Algo de maravilloso tienen los cuentos. No importan las explicaciones psicológicas, sociales o teóricas que se puedan dar al respecto, lo importante es la sensación causada por personajes reales o ficticios, seres que habitan las páginas y que poseen vida propia. Al abrir el libro, el lector les da movimiento y razón de ser. Al leer imaginamos rostros y situaciones, cada cual fabrica las imágenes a su manera y eso nos hace re-creadores de realidades distintas a las que el autor quizá imaginó. Ese juego proporciona placer, pues, de alguna manera ,nos identificamos con algo de la historia.
Un cuento bien contado logra lo mismo que una obra de teatro bien narrada y bien actuada: eso que los dramaturgos llaman anagnórisis o toma de conciencia. Puede suceder en un párrafo; de pronto, el lector se siente identificado con ese relato y nace la magia, se manifiestan los recuerdos, las emociones.
Primeras armas es una especie de miscelánea donde hay de todo un poco, pero bien organizado y de excelente calidad. Arturo Arredondo busca la complicidad con el lector, espera una reacción sorpresa, reproduce los recuerdos al poner en voz del protagonista los sucesos de la vida real, luego los mezcla con ficciones. El resultado es una impresión que logra remontarnos al pasado y hacer que nos cuestionemos el futuro.
PRIMERAS ARMAS
ARTURO ARREDONDO


