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Antes de entrar en el automóvil miró por encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba. Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá. Había oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal? contra el cielo turbio y triste, pero no había? a la vista nada que temer.

NOTICIA DE UN SECUESTRO

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  • GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

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